Debo decir que si hay
algo a lo que le tenía autentico pavor en el embarazo, era al parto. Intentaba
no pensar mucho en ello, de hecho, prácticamente obviaba el tema, no quería leer
sobre partos ni saber nada.
Vais a pensar que
estaba loca, pero tengo una muy buena razón, y es que mi hermana mayor, con la
que me llevo 10 años es discapacitada mental por culpa de un ginecólogo
desalmado que le dio un golpe en la cabeza a mi hermana. Al parecer, y según me
cuenta mi madre, este señor tenía mucha prisa en que naciera mi hermana porque
se tenía que ir de caza al día siguiente, así que sí o sí, tenía que nacer
rapidito para que él se pudiera ir. Imaginaros la presión que pasó mi madre,
primeriza, teniendo que parir en menos de 5 horas. Pues eso no iba a la
velocidad que él quería, así que dijo que la sacaba el con fórceps, y allí que
metió los fórceps a piñón y tiro y tiro para que saliera, resultado: Daño
cerebral. ¡¡Gracias Cabronazo por joderle la vida a mi familia!! Ojalá que el
Karma te haya devuelto el dolor que nos causaste a nosotros, sobre todo a mi
madre, a la que hipotecaste su vida para siempre.
En fin, con estos
antecedentes entenderéis mi miedo, sobre todo a la palabra que empieza por “for”
y termina por “ceps” ¿No?
Pues llegó el día de
mi parto, eran las 12:30 de la noche, yo había trabajado y estaba cansadísima,
así que mi chico me despertó del sofá donde caía rendida todos los días y me
mandó a la cama. Yo, como soy muy obediente, me metí en la camita y a los cinco
minutos escuché un chasquido, como un pinchazo y un torrente de agua salió de mí.
Yo me quede loca, sabía que pis no era porque no había manera de cerrar ese
grifo, así que me levante mientras iba encharcando todo ¡¡en serio!! ¡¡es como
en las películas!! ¡¡cae mucho agua!! Y fui al baño a ver el color del líquido,
porque nos dijeron que si era oscuro, como con cosas verdes sería meconio y él
bebe podía tragarlo, así que había que ir corriendo al hospital. Como era transparente
y no olía a nada (sí, lo olí para cerciorarme de que no era pipi ¡¡así soy
yo!!) fui al salón con cara de susto a decirle a mi churri que había roto
aguas.
Siempre recordaré su
cara cuando se lo dije y su ¿y ahora que hacemos? Jajajajajaj Pobre, yo creo
que se le debió parar hasta el corazón. Yo le dije, estoicamente, tranquilo,
que no hay prisa, me voy a duchar y nos vamos.
A la una y pico de la
madrugada nos fuimos al Hospital La Paz a empezar lo que sería el principio de
una nuestra nueva vida.
Cuando llegue me
hicieron pasar para revisar y no terminaban de creerse que había roto la bolsa,
porque palpaban y no veían la fisura, Me preguntaban una y otra vez si no sería
que me había hecho pipí y yo dale que te pego a que no, que les juraba que lo
había olido y eso no olía a nada de nada. Y así hasta que al moverme cayo otro
tanto de líquido y se dieron cuenta que la fisura no estaba justo abajo y que
decir la verdad (¡¡Thanks God!!). En fin, que me dijeron que me ingresaban y
que si no me ponía de parto, me lo inducirían por la mañana, cosa que creían
que sería lo que pasaría, así que me mandaron a dormir.
La realidad fue que
en dos horas me puse a tope de parto con unas contracciones que, por cierto, no
duran unos jodidos segundos ¡¡deberían haberme avisado que el dolor dura
minutos!! ¡¡MINUTOS!! Y que cuando llegas al punto álgido se concadenas las muy
perras para hacer que sean interminables los dolores. No voy a mentiros: Parir
duele. Es muy bonito, sí, pero joder con eso de que pariremos con el dolor
¡¡¡maldita Eva y su manzana!! En fin, bromas aparte, no os asustéis porque
duela porque nuestro cuerpo y nuestro cerebro es capaz de soportarlo y os lo
dice una que tiene el umbral de dolor muy muy bajo (¡¡soy una quejica!!), además
que existe la epidural, que en la mayoría de los casos funciona muy bien.
Yo esperé en la
habitación hasta que las contracciones ya eran insoportables y llamé a la
enfermera que constato que estaba de parto. Me dijeron que me bajaban abajo y
si quería que me ponían un enema. Claramente me dijeron que no era obligatorio,
pero mi obsesión por no hacerme caca encima me llevó a decir que sí y eso, que
no me lo había puesto en mi vida, me dejó limpita por dentro ¡¡qué fuerte, todo
lo que acumulamos!! ¡¡Puag!!. Repito que no me obligaron, porque leí muchas experiencias
en la paz y muy negativas y la gente decía que te lo ponían sí o sí, y no fue así
para nada.
Luego me bajaron al
paritorio, donde en la misma sala dilatas y pares, una sala muy amplia, mona y
moderna, donde esperé con ansias a que el anestesista viniera y me pusiera la epidural.
Se presentó mi
matrona (¡¡como odio no haberme quedado con los nombre!!), una estudiante de prácticas
a su cuidado y más gente que no recuerdo. La matrona y la estudiante fueron mis
ángeles ese día, me hicieron reír, me hicieron sentir a gusto, me dieron ánimos
y me intentaron quitar mis miedos.
El anestesista vino a
la hora más o menos y me puso una epidural que, por cierto, no duele, y que no
me sirvió para nada más que para dormirme una pierna ¡¡solo una pierna!!. Cada
vez que lo pienso…a ver, algo de dolor me debió quitar, supongo, pero yo las
contracciones las notaba como si me estuvieran acuchillando ahí abajo, era un
horror, yo se lo decía a la matrona, me daba “bolos” de esos de epidural y nada
de nada, me pincharon la epidural otras dos veces que me durmieron aún más las
piernas y que no me quitaron el dolor de las contracciones, así que cuando
estaba empujando y me dijeron ¿quieres que te pongamos otra? Yo ya dije que no,
que a lo loco, que estaba hasta las narices de la epidural.
En fin, que cuando
llegó el momento y estaba totalmente dilata (dilaté a muy buen ritmo y él bebe
monitorizado desde dentro estaba genial) estuve dale que dale a empujar y nada,
que Bolita no salía, pero fue emocionante porque la matrona me dijo que podía
tocarle la cabecita para que viera que ya estaba casi fuera, y cuando me puse a
empujar me llevó ella la mano y lo toque y fue la sensación más flipante de mi
vida. Desde aquí le doy las gracias porque fue muy emocionante, también le
animó a mi chico a mirar y creo que él piensa lo mismo, le dejó alucinado y
emocionado. La verdad es que interactuó mucho con nosotros la matrona. Lo malo:
Él bebe en el último momento se giró y metió el puño, lo cual hizo que se
complicara mucho la expulsión, sobretodo porque yo estaba muy muy cansada y me
dolía mucho ya todo.
Entraron las ginecólogas,
una muy maja y la otra una cabrona que me dijo que me iba a ayudar poniéndose encima
cuando empujara. Una vez me lo hizo y la miré con tal odio por el dolor que me
provocó que no lo intento más. Lo malo es que pronunciaron las palabras que más
terror me daban: Nos vamos a quirófano y vemos que hacemos, si podemos con fórceps
lo sacamos, sino hacemos cesaría ¡¡ME CAGE VIVA!! Empecé a llorar como si no
hubiera un mañana mientras dejaba atrás a mi chico aún más asustado.
Mientras me
preparaban yo no podía parar de llorar y llorar, hasta que mi matrona vino, me
cogió la mano y como una madre me fue explicando entre palabras de aliento
todo, con tanto amor y cariño que me fue relajando. Al final usaron los fórceps
para abrir el canal, me dijeron empuja cuando te venga la contracción y empuje
dos veces y ahí estaba, el amor de mi vida llorando como si no hubiera un
mañana. Me lo enseñaron, me lo pusieron nada y menos encima y se lo llevaron a
examinar.
Aquí, vuelvo a decir
que mi matrona era un ángel, porque se fue con el niño y enseguida volvió a
decirme que estaba bien, que el que lloraba a pleno pulmón era mi hijo, que la
expulsión había sido fantástica, que el niño había salido sin problema y que lo
único malo es que con los fórceps me habían provocado un señor desgarro anal,
pero que estas ginecólogas eran unas cracks cosiendo y que me iban a dejar
nueva. Que me tranquilizara que él bebe estaba con mi chico y que yo en cuento
estuviera “cerrada” iba con él.
Es verdad que no
entiendo porque no pudieron ponerme los fórceps en el paritorio, y que eché en
falta que me hicieran el piel con piel, aunque entiendo que en quirófano hace
un frio que pelaba y que igual no era lo mejor que me lo pusiera ahí, ya que
recuerdo que me castañeaban los dientes cosa mala y estaba helada. Pero, pese a
estos puntos negativos, pienso que gracias al personal que me atendió mi
sensación final es positiva.
No sabéis, de verdad,
como es tener a alguien que te transmita amor y tranquilidad en el momento en
que más miedo he pasado en mi vida, hasta ahora. Así que cuando dicen que la
paz solo tiene matronas que te tratan como un número y que el personal deja mucho
que desear, yo solo puedo decir, que, pese a que mi parto no fue el mejor del
mundo, no lo cambio por nada, porque a mí me rodearon personas maravillosas que
me hicieron sentir segura y a salvo.
Es más, al día
siguiente la matrona vino a vernos a la habitación para ver como estábamos. En
serio, esa mujer era un auténtico amor.
En fin, cuando
terminaron de coserme, que no veáis si tardaron, fui a la habitación y me
pusieron a Bolita encima y entonces, el mundo se paró y solo existía él y pude
entender lo que es el amor de madre (gracias mama, ahora te quiero más si
cabe).
Al final fueron unas
14 horas de parto, unas 14 horas que no cambiaría por nada.
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